Magia prohibida — J. Beverley


En el Londres de 1812, tras la muerte inesperada de sus padres, la joven Meg y sus cuatro hermanos pequeños se encuentran en la más absoluta miseria y amenazados por un casero sin escrúpulos.

En otra parte de la ciudad, el conde de Saxonhurst debe cumplir la palabra dada a su abuela, la duquesa de Daingerfield. La magia pagana de una antigua figura de piedra actuará como vínculo entre ellos dos, con la participación de criados cómplices, el loro Knox y Brak.




Ooookey, okey, okey. De acuerdo, me rindo ante esta autora, hinco la rodilla, me quito el sombrero... La verdad es que no tenía unas expectativas muy altas porque suelen decepcionarme los autores con renombre e hiperfamosos. No les encuentro la genialidad que les confiere tanta pompa que los rodea.

Sin embargo, pese a existir muchos escritores no merecedores de tanto bombo, también existen los escritores que merecen todo el bombo que se les da. La señora Jo Beverley es una de ellas.

A pesar de ser un género que hoy en día es considerado de segunda categoría por la cantidad de clichés que reúnen y las grandes similitudes de las tramas, se nota cuándo un libro está pensado y cuándo está garabateado.

Magia prohibida tiene romanticismo, abusos casi familiares, magia y superstición, las justas coincidencias, un buen y variopinto abanico de personajes secundarios (cada uno con su voz particular, cosa que aplaudo)... Tiene de todo un poco.


Sax es un tipo joven, apuesto, divertido, buen amigo y mejor persona, inseguro en algunos aspectos, una persona a la que le cuesta mucho confiar en la gente, derrochador y siempre violento cuando le nombran a cierta persona que aborrece con toda su alma. Rompe baratijas que sus criados le compran y ponen en su habitación para tal propósito y hacen apuestas entre ellos para ver qué rompe primero, se divierten como si fuera un espectáculo más. Pero Sax siente verdadera furia en ese estado, aunque nunca le puso una mano encima a nadie. Este duque hizo una promesa a su abuela hace tiempo y le queda muy poco tiempo para cumplirla.

Meg y sus hermanos se ven en una situación muy apurada, con deudas en las tiendas de los alrededores, con poca leña para pasar el invierno, sin dinero para comida... Pero con una estatuilla mágica, herencia de su madre, que supuestamente concede deseos a quien pueda manejarla aunque siempre con una contrapartida negativa al deseo. Ella es luchadora, inteligente, decidida, cabezota, responsable, familiera... Viéndose en apuros y sin medios para salvar a su familia del destino que les espera si no ocurre un milagro en muy poco tiempo, se atreve a pedirle un deseo a la estatuilla...

A mí me divirtió mucho y me entretuvo mientras duró. No me salté ningún párrafo y hasta me hizo reír en unas cuentas ocasiones. Todo muy bien ambientado. Pensé mucho, mucho en qué «pero» le podría poner a este libro, pero no hallé ninguno, así que se lleva la puntuación más alta.



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